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La Fundación Kellogg cree firmemente que evaluación es una parte importante del éxito del proyecto actividades. Ya sea una evaluación realizada a lo largo del proceso (formativa evaluación), o una evaluación llevada a cabo al término del mismo actividades para juzgar el grado de éxito (sumativa evaluación). El primero tiene por objeto comprobar si el proyecto va por buen camino y qué ajustes pueden ser necesarios. El segundo sirve para determinar si los resultados alcanzados están a la altura de las expectativas iniciales y del alcance social del proyecto.
La Fundación da preferencia, siempre que sea posible, a los procesos de autoevaluación, ya que un comunidad puede aprendizaje mucho más de este proceso, considerando que un evaluación de uno mismo es un los medios de elevar la autoconfianza de los implicados en el proyecto y, por tanto, mejorar su cualificación.
"El evaluación no es visto como una actividad aislada que se delega en profesionales contratados por la WKKF, sino como una parte central de su trabajo estrategia", explica la socióloga argentina Graciela Cardarelli, consultora de proyectos de la Fundación para la región andina. Cardarelli ayuda a preparar los documentos de evaluación que se consultan en las reuniones de trabajo sobre los Clusters Integrales de Proyectos en esta región, donde la falta de recursos y la desigual distribución de los ingresos son las principales causas de la pobreza. En los últimos tres años, 11 clusters han recibido financiación de la Fundación en esta zona de América Latina: 5 en Perú, 5 en Bolivia y 1 en Ecuador.
En el marco de nuestra programación actual, que pretende apoyo alternativas para romper el ciclo intergeneracional de la pobreza, la Fundación considera que existen tres niveles en el proceso evaluación : un primer nivel de los proyectos específicos contenidos en cada cluster (financiados o no por la WKKF), un segundo nivel representado por el cluster en sí y, finalmente, un nivel más integral que evalúa la iniciativa más amplia y engloba las evaluaciones de todos los clusters de las tres áreas prioritarias en las que operamos -esto último se refleja en la matriz evaluación que selecciona las dimensiones y variables a medir a la hora de evaluar el impacto de estos proyectos en el contexto de las áreas geográficas en las que opera la Fundación Kellogg.
"Los documentos pretenden organizar la evaluación, proporcionando a los clusters las referencias necesarias para que desarrollen sus propios métodos de análisis en su ámbito territorial, completando así este trabajo", señala Graciela Cardarelli.
Arturo Jordan, otro consultor del proyecto WKKF para el Nordeste de Brasil, también destaca algunos de los aspectos importantes de evaluación. El área geográfica prioritaria 2 contiene casi la mitad de los brasileños que viven en estado de pobreza y cerca de dos tercios de la población rural en esta condición. Según Jordan, deben adoptarse cuatro principios para llevar a cabo una evaluación eficaz: "Utilidad, viabilidad, ética y precisión de los procesos de evaluación ". El primero se refiere a los resultados que permiten a las personas implicadas aprendizaje, elegir sobre el objeto evaluado y tomar decisiones.
"La viabilidad tiene en cuenta las posibilidades materiales, técnicas, políticas y temporales. La ética se asocia con el respeto a estas personas, y la precisión, con la confianza de todos en los resultados de la evaluación", afirma Jordan.
05/13/2005
Publicado en Interaction nº 10